miércoles, 4 de noviembre de 2009

Miguel León Torres In Memoriam

Escrito por José Antonio Rodríguez Gil:

Cuando el pasado día 22 a las 11,08 Magdalena me llamo para decirme que Miguel acababa de fallecer, el mundo se hundió bajo mis pies, pues había llegado la noticia que no por esperada nunca hubiera deseado recibir. Fueron unos sentimientos totalmente opuestos a cuando por mayo del 2008, Juan Antonio Olmo, me llamo para decirme que había localizado a Miguel León Torres, la alegría me inundo y por fin después de 41 años había vuelto a encontrar a mi amigo Miguel, con el que hable por teléfono, llorando como un niño.

A Miguel lo conocí en octubre de 1961, cuando ambos, junto a otros compañeros, aparecimos un caluroso día, en las, a nuestros ojos, inmensas instalaciones de la Universidad Laboral de Córdoba. Allí estábamos un montón de chavales procedentes de toda España, más perdidos que otra cosa, intentado adaptarnos al ritmo que tenían los “veteranos” y que si en aquellos momentos alguien nos propone devolvernos con nuestras familias, no lo hubiéramos dudado, si bien por suerte, nadie nos hizo el ofrecimiento y a partir de aquel momento se abría ante nuestro infantiles ojos una nueva vida, llena de incertidumbre.

Como digo a Miguel lo conocí aquel día, pues no pusieron en la misma habitación y a partir de entonces no nos separamos durante los tres años que duró nuestra experiencia en la Laboral, siempre en la misma habitación, en la misma clase, en el mismo equipo de futbol y en nuestras salidas a Córdoba, cuando nuestra maltrecha economía nos lo permitía. Así hasta junio de 1964 en la que finalizada nuestra etapa en Córdoba cada uno volvió a su casa.

Alguien dirá que tres años de convivencia no son tantos, pero fue una convivencia muy intensa, muy lejos de nuestras familias, unos más que otros, en una época de nuestra vida muy “expuesta” a todo tipo de influencias y con un ansia desmesurada por aprender y ahí encontré a Miguel, un muchacho más bien tímido, sensato, con gustos similares a los míos en definitiva . . ”un amigo”. Que yo recuerde solo discrepábamos en una cosa, la calidad de la morcilla, yo como buen burgalés defendía la mía de arroz y el la de su tierra. En definitiva Miguel me marcó.

Antonio Marco Marín, Francisco Vidal Porras Morales y Miguel León Torres

Como digo en junio de 1964 nos despedimos y por avatares de la vida no volvimos a tener contacto. Una vez que mi vida se estabilizó, me dedique a buscarlo como se dice por tierra, mar y aire, sin ningún éxito, aunque en 2005 una persona de su pueblo, me dijo que el no, pero su padre le conocía, si bien no sabía donde estaba, por fin tenia algún señal de él.

Así hasta mayo de 2008, fecha en la que por mediación de Juan Antonio Olmos, al que nunca dejare de agradecerle su ayuda, pude por fin hablar con Miguel, en uno de los día más emotivos de mi vida.

Finalmente en el II Encuentro de Laborales celebrado en noviembre de 2008, nos encontramos, junto a otros compañeros, siendo uno de los días que más nervioso he estado durante la espera de tan anhelado reencuentro.

¡Por fin había encontrado y abrazado a Miguel!. Pero toda mi alegría se volvió tristeza y pesadumbre, cuando sentados en los jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos, me dijo que estaba enfermo, que llevaba un año en tratamiento y que con la esperanza de superar la enfermedad seguía viviendo con el apoyo inconmensurable tanto de su mujer Magdalena, como de sus dos hijos Noelia y Álvaro.

Con posterioridad al II Encuentro de Laborales, los compañeros del colegio Luis de Góngora, nos reunimos en mayo de este año en La Alpujarra, sin que Miguel pudiera asistir, pues su enfermedad le impedía viajar y estar fuera de su casa o del hospital donde seguía un tratamiento para el dolor, sin embargo, si que pude en compañía de Angel del Pozo disfrutar unas horas de su compañía.

A partir de ese momento solo tuve contacto telefónico, pues mis obligaciones laborales me mantenían lejos de Granada y nunca podré olvidar su clásico saludo, cuando descolgaba el teléfono, ¡Hola amigo!, pero marcando intensamente cada una de las sílabas de A MI GO, como si quisiera profundizar en ese maravilloso concepto, como si quisiera recuperar esa amistad tanto años no disfrutada, como, sabedor que era de su enfermedad, quisiera exprimir al máximo cada uno de los contactos, y siempre con un ánimo maravilloso. En ningún momento me traslado ninguna queja, ni lamento, sino su alegría por la vida que había vivido, por haberse casado con Magdalena a la que conoció en su Villanueva del Arzobispo natal, cuando ambos eran unos niños y que en su enfermedad solo vivía para el con una abnegación absoluta; por sus hijos, Noelia y Álvaro, que decía “son buenísimos”, con un cariño que le salía por los poros de su maltrecho cuerpo; por su madre Rosa, a la que adoraba, que había sacado adelante a la familia, cuando en plena juventud se quedo viuda con 5 hijos en edad de estudiar, trasladándose a Granada y reiniciado una nueva vida. Miguel que estaba estudiando Arquitectura en Sevilla, tuvo que volverse con su familia y estudiar Arquitectura Técnica, profesión que desarrollo, como todo lo que hacia, con absoluta responsabilidad. Expresiones de cariño y agradecimiento que las hacia extensivas para el resto de su familia, hermanos, sobrinos, para sus compañeros de trabajo, amigos, etc., todo el mundo era bueno a los ojos de Miguel.

Con José Antonio Rodríguez Gil

Últimamente Miguel ya no se ponía la teléfono, el tratamiento que seguía, no le hacia efecto y ello le tenia sumido en el dolor, que debía ser combatido con otro tratamiento más agresivo y que le hacia estar sumido en un sueño permanente, que no le permitía comunicarse telefónicamente. Ante esta evolución de la enfermedad y con miedo a no volver a verle más, tenía planeado visitarle aprovechando el puente de Los Santos, en mi tierra, Burgos, el lunes 2 es fiesta, pero el destino ha querido que Miguel se me haya escapado por 10 días.

Miguel te has ido, pero no nos has abandonado, simplemente estas esperándonos en algún lugar, que seguro la ser un hombre bueno en toda su extensión, un buen hijo, un buen marido, un buen padre, un buen hermano, un buen trabajador, un buen amigo y conforme a tus creencias, será donde encuentres la paz, la tranquilidad, la seguridad de que los que aquí se han quedado no están solos, que esta tú familia, para la que has sido un ejemplo, tus compañeros de trabajo y tus amigos. Que Magdalena, Noelia y Álvaro, nos tienen a todos nosotros para que siempre se sientan acompañados, para que al principio lloren en nuestro hombro, pero luego y estoy seguro de es lo que tu quieres, rían con nosotros y en definitiva sean felices que es lo que se merecen

Miguel solo quiero que sepas, que tus amigos de La Laboral, nunca te olvidarán, y yo en particular espero encontrarme contigo, sin esperar los 41 años que tardamos en nuestro reencuentro, para recuperar esos años perdidos y poder disfrutar de la amistad que nos tenemos, “per secula seculorum”

Hasta luego AMIGO Miguel.

Burgos 31 de octubre de 2009


José Antonio Rodríguez Gil

Escrito por Antonio Marco Marín:

Querido J. Antonio:
Si es posible me gustaria que colgaras de la WEB en alguna zona recordatoria del in memorian de M. Leon Torres las fotos que te adjunto.
En todas las fotografias que nos hicimos en el encuentro del 2008, está sonriendo a pesar de su enfermedad que nos oculto a todos.
Yo le recordare sonriendo en lugar de con pena.



Antonio Marco

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