miércoles, 11 de noviembre de 2009

Plácido Baz Benito In Memoriam

.
Ha muerto Plácido Baz Benito
(El simpático benjamín)


Nosotros los externos del Colegio Gran Capitán de aquellos años (1957-1961), siempre creímos que su apellido era Paz, y su sonrisa casi permanente nos inducía al error de confundir su apellido.


No coincidí en clase con él, pues perteneció siempre a otra rama o especialidad, pero era habitual verlo por los pasillos de nuestro Colegio. Fue una excepcional persona como me han reafirmado sus paisanos los salmantinos. Con el simpático “Trujillo”, e Inocencio Blanco, formaban el trío de “pequeñitos” de nuestro querido Colegio. En cualquier acto deportivo del Gran Capitán, era frecuente ver a los tres compañeros citados, formando grupo como otros muchos, en torno a nuestros “ídolos” de aquella época. Cada competición deportiva, tenía a su líder. Pero en muchas de ellas estaba el desaparecido José María Parejo Polo, que por sus características, su edad y su exultante simpatía, le gustaba verse rodeados de los más pequeños y con ello se hacía acreedor a que todos estos jóvenes compañeros pulularan a su alrededor después de cualquier buen resultado. Para todos tenía siempre una frase cariñosa o amable. A mi personalmente y de forma singular, me llamaba “canelita”, por mi costumbre cordobesa de mencionar continuamente el dicho o la frase: “Esto está Canela…”-, Al bueno de Diego, esta simpática expresión le agradaba profundamente.


El emigrante de la Encina (Bello rincón de Salamanca)
Plácido, posiblemente era el alumno más joven de cuantos estábamos en aquel añorado Colegio. El, era risueño, mientras el “Trujillo”, era travieso. Por el contrario Inocencio Blanco, era algunas veces muy gruñón y con frecuencia protestaba de forma airada. No obstante los tres gozaban de un prurito especial en el Gran Capitán, que le hacían sentirse queridos y mimados por todos.

En una tarde de sábado y estando en las canchas de cemento que había al final de las pistas de atletismo, nos encontramos cada uno con un stik en la mano, pues parece ser que ambos y con algunos más, habíamos elegido el Hokey sobre hierba como deporte a practicar, Más que ser capaces de andar en aquellos patines, nos pusimos a hablar de aquellas encinas que marcaban el limite natural con el arroyo que pasaba por el Puente de Los Piconeros, lindando la zona deportiva de la Universidad Laboral y la “campiñuela”..

Allí nos dijo, a los que estábamos con él, que había nacido en un pueblo muy bonito que se llamaba “La Encina”, que lindaba con Ciudad Rodrigo, en el corazón de la Provincia de Salamanca. En su pueblo abundaban los –Baz y los Benitos- que eran una genealogía que tenía sus inicios en Galicia, y que por razones de la dichosa emigración llegaron a Salamanca, pasaron a Portugal, Barcelona, Madrid y El País Vasco.

Con aparente pena y en aquel Junio de 1960, nos dijo –Mi padre y mi familia ha emigrado a San Sebastián, así que yo cuando vuelva de vacaciones, ya no viviré en la Encina. Esto último me lo dijo con la sonrisa pérdida y algún inicio de lágrimas en los ojos. A pesar de que vaya a vivir en San Sebastián, yo quiero que la promoción la gane el Córdoba, pues ya le he tomado cariño a Córdoba. (Se jugaba en aquellos días la promoción de ascenso a 1ª División, entre el Córdoba y la Real Sociedad). Finalmente ganó la Real Sociedad.

El amigo Plácido como buen salmantino, era gran aficionado al mundo del toro, no en balde su paisano el “Viti”, era el torero que más veces saldría por la puerta grande de la Plaza de Toros de Las Ventas. También nos comentó el cuadro que había visto en un Bar de Alcolea. (Bar Carmona), en el que se podía ver al Cordobés, aún de novillero y poco antes de tomar la alternativa, retratado con el que mandaba en España por aquellas fechas.


(Cuadro del Bar Carmona)

El día 2 de Junio de 1961, en la Feria del Corpus de Granada, “El Cordobés”, sufrió una grave cogida en el segundo novillo de su corrida. Sus banderilleros habían colocado cada uno un par de banderillas y el público que le había dado, dos orejas y rabo en el primer novillo, quería más y más y le pidió que pusiera un tercer par de banderillas “cortas”. al “quiebro”, cosa que él hacía como nadie. El torero en plena borrachera de éxito aceptó el reto y las quiso poner junto al estribo. Al salir del “quiebro”, el toro lo enganchó y le produjo una cornada muy grande que tuvo a toda la España taurina en vilo por su extremada gravedad, según diagnosticó el Doctor Pulgar, que le atendió en la Plaza.

Recuerdo que estábamos en el estudio después de comer. Ya no teníamos clases, porque estábamos preparando los exámenes finales. Se había cundido una información de “radio-macuto” en la que decían que el Cordobés, estaba más o menos que “terminando”. El grupo lo formábamos, Antonio Álvarez López, Torres Cabrera, Aurelio Sepúlveda, Arjona Vázquez, Juan Jesús Navarro, y unos cuantos más. Todos estábamos lógicamente preocupados, pues nos apenaba la suerte del torero. De pronto vimos aparecer por la puerta que daba al canal, al amigo Plácido Baz Benito, acompañado del padre “Pelo Pincho”, que bajándose venían del “coche de Serranito”, venían de Córdoba de la consulta del dentista. Nada más llegar hasta nosotros, nos dio la grata noticia que se conocía en Córdoba, y que no era otra, que la de que el torero no solamente había mejorado, sino que había sido entrevistado por Francisco Vargas, locutor de Radio Córdoba. EAJ-24, habiendo sido visitado por el Alcalde Granada.

La sonrisa del amigo Plácido, una vez más sirvió para dar felicidad a las personas que convivían con el. El amigo Plácido Baz Benito, era una apuesta permanente a la Esperanza.

Los que tuvimos la suerte de tratarle, se nos hace imposible de aceptar que su sonrisa se apague. Con él se ha ido, su bondad y la complicidad de su eterna sonrisa. Mirándolo en su foto, con el uniforme inicial de la Universidad Laboral. Nadie se puede hacer a la idea, de que el ser del ROSTRO ETERNAMENTE SONRIENTE, pueda borrarse. Los avatares de la vida, y quizás por hacer honor a sus apellidos, ha querido emigrar al mundo del más allá, en el que me consta, creía profundamente.


M. Estévez

No hay comentarios: